Encrucijada Encarnación - Rey Heredia / Arte de tres
siglos
La
confluencia de la calle Encarnación
con la de Rey Heredia
concentra un conjunto de bellezas artísticas que no deben pasar desapercibidas
para el buen observador. En un espacio de pocos metros concurren el convento de
la Encarnación, el antiguo oratorio del Caballero de Gracia y el palacio
del Duque de Medina Sidonia.
Un grueso
fuste con capitel romano de estilo corintio-asiático, de la segunda mitad del siglo II, subraya la esquina; el fuste ostenta
una nítida inscripción honorífica dedicada a un notable cordobés de la Colonia
Patricia, T. Marcello Persinus Marius, que fue magistrado municipal. Es uno de
los muchos capiteles romanos que enjoyan esquinas y rincones del casco antiguo.
La esquina pertenece
al convento cisterciense de la Anunciación de Nuestra Señora o de la
Encarnación, establecido en 1509, que conjuga
elementos renacentistas, pertenecientes a la construcción primitiva, y
barrocos, correspondientes a las reformas llevadas a cabo en los siglos XVII y XVIII. A la calle Encarnación abre la
portada del compás, un vano adintelado que ostenta la fecha de 1758. Pero hay que alzar la vista para
admirar el delicado relieve de la Anunciación, procedente de la primitiva
portada renacentista realizada por el tercer Hernán Ruiz.
Si la puerta está entreabierta conviene asomarse al compás, cuya mística
atmósfera se resume en este bello mensaje labrado sobre una lápida de mármol
gris: “Paz a todos los que llegáis a esta casa: os invitamos a entrar en el
silencio de este lugar para escuchar a Dios”. A través de la verja se aprecia
un patio recoleto, sombreado por una robusta palmera, y tras ella, la
adintelada portada de la iglesia protegida por un porche. Si es hora de culto
hay que entrar al templo –que las monjas mantienen reluciente– para
deslumbrarse con el barroquismo de su retablo mayor, presidido por la Inmaculada
procedente del antiguo convento de las Dueñas, la profusa decoración de estucos
dorados y las obras artísticas que atesora. Más por curiosidad que por valor
artístico merece citarse el Niño Jesús situado en el coro bajo, hallado en el
río por unos molineros en 1701.
Enfrente del
convento pervive la barroca portada del antiguo oratorio del Caballero de
Gracia, fechada en 1743. En su frontón, el
relieve de un cáliz proporciona una pista acerca de su origen fundacional, que
fue el establecimiento de la Venerable Congregación de Indignos Esclavos del
Santísimo Sacramento.
Si el
viajero sube por la calle Encarnación con los ojos ávidos de recrearse en las
bellezas artísticas, llamará su atención la portada del antiguo palacio del
Duque de Medina Sidonia, hijo del monarca Enrique II, en el número 13 de la
calle Rey Heredia, casa también conocida por los apellidos de los Armenta y los
Cárdenas, otras de sus familias moradoras. Aunque de origen mudéjar, la mansión
fue reformada en el siglo XVII, época a la que pertenece esta portada, que
ostenta la fecha de 1636. Los especialistas
destacan de ella el tímpano sostenido por ménsulas con mascarones, y la
consideran un bello ejemplo del primer barroco andaluz. Si la puerta no
estuviera permanentemente cerrada se podría entrever el bello patio de ingreso
con su galería de arcos, contemporáneo de la portada.
Ya asomados
plenamente a la calle Rey Heredia
–llamada así en honor del sabio matemático y filósofo decimonónico José María Rey y
Heredia– la vista se complace en dos torres que a ella se asoman: la
espadaña manierista de la Encarnación y la torre del antiguo convento de
Santa Clara, suprimido en 1868, que aprovechaba al alminar de una
anterior mezquita.
En resumen,
un capitel romano del siglo II y arquitecturas de los siglos XVI, XVII y XVIII
se concentran en esta encrucijada de calles en el espacio de pocos metros, lo
que revela la densidad y variedad de estilos que enriquecen el casco antiguo de
Córdoba, que es como un museo al aire libre merecedor de cuidado y admiración.
Textos: Francisco Solano Márquez
Diario CÓRDOBA
Córdoba, 2003