Puerta Nueva / San Rafael recuperó la sonrisa
Sobre la
columna que centra la rotonda de Puerta Nueva, una pequeña y reciente
escultura reproduce la desaparecida puerta que hasta la construcción del Paseo de la Ribera
constituyó la entrada principal de la ciudad a través del Camino Real. Y aunque
perdió aquel carácter, el lugar sigue siendo hoy una encrucijada de caminos,
rodeado de tráfico por todas partes. Menos mal que la isla verde del jardín,
centrado por el modesto triunfo de San Rafael, amortigua las molestias del
tráfico e invita a evocar las grandezas y monumentos del pasado.
El topónimo
Puerta Nueva parece una ironía, teniendo en cuenta que su construcción se
remontaba a 1569, a raíz de una visita de Felipe II, y
que fue renovada en 1729. Quedó suprimida en 1895, cuando la ciudad derribó puertas y
murallas para emprender su expansión a extramuros. A pesar de la desaparición
de la puerta su nombre prevalece, para recordar que ésta fue la entrada
principal a Córdoba durante tres siglos, a lo largo de los cuales la ciudad
recibió aquí pomposamente a los reyes Felipe II, Felipe IV, Carlos IV, Fernando
VII e Isabel II, y a otros notorios visitantes.
Como
atestiguan añejas fotografías, aquí estuvo la artística fuente barroca que hoy
puede verse en la plaza del
Cristo de Gracia, que, como allí queda dicho, se costeó con los
beneficios de tres corridas de toros celebradas en 1747, cuyo remanente se destinó a pagar
parte del triunfo de San Rafael que centra el jardín, que fue erigido en 1748 y ha soportado muchas adversidades.
Así, el 7 de junio de 1808 los invasores
franceses “apuntaron sus cañones a la Puerta Nueva, que lograron abrir al poco
rato sin grandes esfuerzos”, como señala Ramírez
de las Casas-Deza en su Indicador cordobés. Y cuando en 1956 la estatua del Arcángel fue restaurada
por los hermanos García Rueda,
que desde 1929 tienen su taller enfrente, encontraron
tres balas de plomo incrustadas en la cabeza, seguramente francesas. No ha sido
la única restauración, pues en 1999 el Custodio perdió la cara y los
mismos marmolistas la repararon desinteresadamente, reponiendo la estatua la
víspera del día de San Rafael de 2002.
El remozado
jardín, hasta hace unos años cautivo entre verjas, es heredero del antiguo
paseo, poblado de álamos, existente en el Campo de San Antón,
que era “una de las salidas más amenas de Córdoba, y a fines del siglo XVIII quizás el único paseo con que
se contaba”, según Teodomiro
Ramírez de Arellano. Consta el jardín de una circular explanada
central y de ella parten cuatro paseos en forma de cruz –todo ello pulcramente
pavimentado con adoquín hidráulico– que delimitan los parterres tapizados de
césped. Como recuerdo de antaño, entre la arboleda figuran hoy algunos álamos
blancos, junto a moreras, brachichitones, un paraíso, un ciruelo del Japón y
otras especies más comunes, cuyas copas pueblan al atardecer los ruidosos
pájaros. Para defenderse del tráfico se parapeta el jardín tras un seto de
tuyas, que lo circunda. En el centro de la explanada se alza una escalinata, y
sobre ella, un erosionado pedestal barroco sustenta el fuste desde el que el
arcángel San Rafael sonríe a las gentes.
No faltan
los bancos de hierro fundido, que invitan a disfrutar del lugar y a recorrer el
entorno con la mirada. El monumento más interesante del perímetro es la antigua
iglesia conventual del Carmen calzado, construida a lo largo del siglo XVII, que guarda en su interior el
soberbio retablo pictórico de Valdés Leal,
cuyo tema central es la asunción al cielo del profeta Elías en el carro de
fuego. A los pies de la iglesia pervive, aunque tapiada, la portada principal,
un arco de medio punto flanqueado por pilastras y coronado por frontón
triangular, y en el ángulo se eleva la esbelta espadaña angular de ladrillo.
Tras la
exclaustración en 1810 el antiguo convento
sufrió muchas vicisitudes y reformas, que, por fortuna, preservaron el hermoso
claustro, recientemente restaurado, uno de los más bellos del barroco cordobés
para los especialistas. Los vecinos aún recuerdan el sanatorio antituberculoso
de la posguerra, o la posterior casa cuna, de la que pervive como recuerdo una
tierna maternidad de Juan Polo
en el jardín del edificio, hoy Facultad de Derecho,
que da vida y prestigio universitario a este viejo barrio menestral.
Textos: Francisco Solano Márquez
Diario CÓRDOBA
Córdoba, 2003
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