Las espadañas / Paisajes con campanas
Una
treintena de espadañas, hermanas menores de las torres, jalonan los tejados de
Córdoba. Aunque cada una de ellas constituya, a poco que se alce la vista, una
pincelada de encanto, las agruparemos en una visión conjunta, sobrevolándolas
imaginariamente con alas de cigüeñas, como las que instalan su nido en la de
San Basilio.
Ayudan a
evocar la imagen y el sonido de las espadañas los versos de Julio Aumente, que en su bellísimo poema
“Paisaje con campanas” percibe cómo en una tarde de domingo “el aire es
dulcemente rasgado / por la campana de un convento que toca a Vísperas. /
Primero es el Cister, luego la Encarnación, / lejos se oyen apenas Santa Isabel
y el Corpus. / Después viene el silencio a dominar de nuevo...”
La espadaña
más madrugadora en construcción, siglo XVI, es sin duda la del convento de
la Encarnación, de rasgos manieristas, altiva vigilante de la calle Rey Heredia.
Las pilastras que enmarcan los huecos de las campanas se enjoyan con capiteles
jónicos, indicio, para los especialistas, de la mano de los Hernán Ruiz.
En el
paisaje de espadañas predominan las barrocas, de los siglos XVII y XVIII, que
suelen tener dos cuerpos coronados por un frontón, en los que se abren tres
huecos de medio punto para las campanas. Si se atiende a un criterio
cronológico hay que abrir este grupo con la del santuario de
la Fuensanta, de mediados del XVII, en la coronación de la fachada
de ladrillo y flanqueada por pináculos. Inmediata es la de la iglesia de los
Padres de Gracia –templo terminado en 1686–, que mira a la calle de los
Frailes. A la estética del seiscientos adscriben también los
historiadores del arte la espadaña de la parroquia de San
Juan y Todos los Santos, hoy de rojo y ocre, que dialoga con Góngora en la plaza de la
Trinidad y regala una bella perspectiva desde la angosta calleja Horno de la
Trinidad.
Pero el
mayor florecimiento de espadañas sobre los tejados de Córdoba se produce a lo
largo del siglo XVIII. De
principios de la centuria es la de la ermita de la
Alegría, de un sólo cuerpo, que pasa desapercibida en la angosta
calle Menéndez y Pelayo, similar a la de la iglesia de la Piedad, de humilde
presencia en la plaza de las Cañas.
Luego se suceden las de los templos construidos por el obispo Marcelino Siuri
en torno a los años treinta de la centuria: la espadaña conventual del Cister,
blanca y ocre, engalana la plaza de las Dueñas; la de las Capuchinas, blanca
austeridad, se asoma discretamente al compás, enmarcada por un arco peraltado;
y la de la iglesia de la Virgen de los Dolores corona como una peineta ocre y
roja el escalonado juego de volúmenes que regala la Cuesta del Bailío.
Un caso
singular constituyen las espadañas gemelas del exconvento de la Merced, que
flanquean la fachada barroca de la iglesia acabada en 1745, con el segundo cuerpo horadado por
circulares huecos sin campanas, como si fuesen ojos de legendarios cíclopes.
Sobrevolando el claustro barroco de San Francisco,
se eleva la deteriorada espadaña de ladrillo, fechada por los especialistas
hacia 1782, aunque la disposición serliana de su
único cuerpo con tres vanos y óculos guarde ecos renacentistas.
Hay dos
ejemplos de espadañas angulares de ladrillo –modelo frecuente en el siglo XVIII–, cercanos entre sí, en el
Carmen calzado de Puerta Nueva y en la moribunda iglesia conventual de Nuestra
Señora de los Remedios y San Rafael, tan inseparable del paisaje urbano del Campo Madre de Dios.
El color
ocre hermana las espadañas de San Cayetano,
coronando su cuesta, y de San Pedro
y Santiago,
desproporcionadas sobre sólidas torres truncadas, que dialogan en su cercanía;
una giratoria imagen de San Rafael, a modo de veleta, corona la primera,
mientras que la segunda tiene como base un recuperado alminar árabe. Modesta y
neobarroca, acomplejada por la vecindad de otro alminar, es la de la iglesia
de San Juan de los Caballeros. La imaginaria cigüeña que las ha
sobrevolado, se posa, finalmente, en la blanca espadaña de la iglesia de San
Basilio, tan incorporada al paisaje urbano del Alcázar Viejo,
mientras uno imagina escuchar una “música azul de campanas / repicándole a mi
tarde”, como canta Concha Lagos.
Textos: Francisco Solano Márquez
Diario CÓRDOBA
Córdoba, 2003
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iglesia de los Padres de Gracia |
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iglesia de la Piedad |
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conventual del Cister |
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conventual del Cister |
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Capuchinas |
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Capuchinas |
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iglesia
de la Virgen de los Dolores |
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de la Virgen de los Dolores |
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de la Virgen de los Dolores |
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de la Virgen de los Dolores |
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de la Virgen de los Dolores |
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de la Virgen de los Dolores |
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exconvento
de la Merced |
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exconvento
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de la Merced |
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exconvento
de la Merced |
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Carmen
calzado de Puerta Nueva |
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Carmen
calzado de Puerta Nueva |
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Carmen
calzado de Puerta Nueva |
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Carmen
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Nuestra
Señora de los Remedios y San Rafael |
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Señora de los Remedios y San Rafael |
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Señora de los Remedios y San Rafael |
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Nuestra
Señora de los Remedios y San Rafael |
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Señora de los Remedios y San Rafael |
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