domingo, 10 de junio de 2018

Rincones de Córdoba con encanto, 66 Calle Ángel de Saavedra


Calle Ángel de Saavedra / Vida contemplativa
Bajando por la calle dedicada a Ángel de Saavedra, sobre el lugar donde los arqueólogos sitúan el Foro Provincial de Corduba romana, confluyen dos fachadas de interés monumental: la iglesia de Santa Ana y la llamada Casa Carbonell, parcialmente oculta por aquélla, disposición que revela en su falta de alineación el desorden heredado del urbanismo musulmán. La belleza de este espacio monumental surge del propio contraste estilístico de los monumentos; uno religioso y barroco, mientras que el otro se inscribe en un eclecticismo civil.
Domina el conjunto la fachada de la iglesia conventual de Santa Ana, de carmelitas descalzas, establecidas en 1589, que años más tarde encontrarían el benefactor apoyo de don Luis Fernández de Córdoba, marqués del Carpio, cuyas armas figuran en las pechinas del crucero. Siglo y medio duraron las obras del templo, cuya fachada se terminó ya en pleno XVIII; observan los especialistas que su composición se inspira en la iglesia romana del Gesú levantada por iniciativa de Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas, y en ella destacan dos grandes aletones laterales. Sobre el ladrillo rojizo de la fachada destaca la portada de piedra, coronada por una amplia hornacina que cobija un bello grupo escultórico, Santa Ana con la Virgen y el Niño, esculpido en mármol, en 1665, por Bernabé Gómez del Río, el mismo autor del San Rafael del puente.
Abandonada durante las últimas décadas del siglo XX, la benefactora restauración y remodelación llevada a cabo por el Ayuntamiento en la antigua Casa Carbonell para instalar en el edificio la sede de la empresa Vimcorsa, así como un amplio y versátil espacio expositivo que permite contemplar muestras artísticas de moderna presentación y excepcional interés.
Esta intervención ha recobrado la prestancia arquitectónica del bello edificio, de estilo poco frecuente en Córdoba, pues responde al modelo conocido como hotel francés, de finales del siglo XIX, caracterizado por los dos cuerpos laterales que avanzan a ambos lados de un patio exterior, dibujando una fachada en forma de U, de dos plantas, con balcones arriba y ventanas abajo, inscritas en arcos ciegos de medio punto. Corona la fachada un remate de impronta modernista con dos ces enlazadas, iniciales del nombre comercial Casa Carbonell, que por su interés artístico se ha respetado.
El topónimo Ángel de Saavedra insinúa que esta calle guarda relación con el preclaro poeta y dramaturgo romántico cordobés, más conocido por su título nobiliario de Duque de Rivas (1791-1864); y efectivamente, en la parte superior del cuerpo saliente que se asoma a la calle reza un rótulo de negros caracteres sobre lápida de mármol gris que “Don Ángel de Saavedra Duque de Rivas, poeta insigne, nació en esta casa el 10 de marzo de 1791. El Ayuntamiento de Córdoba, su patria, le dedica esta memoria. 1902”.
Pero conviene aclarar que don Ángel no nació en esta casa, como reza el rótulo, sino en la que la precedió en el mismo lugar, pues el edificio actual data de 1881, año que figura en su artística verja de hierro fundido. La cancela de hierro con marquesina de raigambre modernista que protege la puerta principal ostenta el año 1909, en que se realiza el traslado de las oficinas centrales de la Casa Carbonell, establecida en Córdoba en 1866, que la había adquirido un año antes al Duque de Almodóvar. El patio, cuadriculado de granito gris y rosa, es ahora un espacio despejado y acogedor, que conserva junto a la verja la vieja palmera de siempre chorreando dátiles.
Entre la iglesia de las carmelitas y la Casa Carbonell, una suave rampa enchinada conduce a la puerta de acceso al compás del convento, remanso de espiritualidad en medio del ajetreo de la urbe, en el que llama la atención el colosal arco de medio punto por el que se abre al patio el atrio del templo.
Textos: Francisco Solano Márquez
Diario CÓRDOBA
Córdoba, 2003























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